jueves, 21 de febrero de 2008

Importancia de la música en la liturgia


IMPORTANCIA DE LA MÚSICA EN LA LITURGIA

¡Cuánto lloré con tus himnos y tus cánticos,
fuertemente conmovido con las voces de tu Iglesia,
que dulcemente cantaba! Penetraban aquellas voces en
mis oídos y tu verdad se derretía en mi corazón,
con lo cual se encendía el afecto de mi piedad
y corrían mis lágrimas, y me iba bien con ellas.

San Agustín

LA INFLUENCIA DEL CANTO EN LA LITURGIA

Hablar de la música sagrada hoy en día implica hacer un alto en el camino y mirar nuestros orígenes. A lo largo de la historia la música ha tenido sus connotaciones importantes en la liturgia, las cuales con el pasar del tiempo se podría decir, se han modificado. Verdaderamente la influencia que ha tenido tanto en el pasado como en el presente sigue siendo para nosotros, los llamados hijos de Dios una manera de alabanza a nuestro creador. Sin embargo, tenemos que ser conscientes que la música y en especial sus ritmos que antiguamente se utilizaban han formado una cultura que con el pasar del tiempo ha venido evolucionando, y por consiguiente ha cambiado los ritmos de alabanza a Dios.

Ahora bien, convendría hacer un pequeño paralelo entre la música sacra hace unos siglos atrás y cómo no remontarnos al presente para luego tomar un posición frente a la misma. Al hablar de música antigua me refiero principalmente al canto gregoriano (Canto llano: Canto oficial de la liturgia usado en la iglesia católica, más comúnmente denominado canto gregoriano. Se divide en dos tipos básicos: el responsorio, utilizado para recitar salmos y la antífona, un modelo más melódico. Después de que su forma fue establecida por el papa Gregorio I a finales del siglo VI, se reformó a inicios del siglo XVII y una vez más a finales del XIX, antes de que el Papa Pío X decretara en 1903 la vuelta a las fuentes más primitivas de que se dispusiera. La labor de estudiar y recuperar estas fuentes fue llevada a cabo por un grupo de monjes benedictinos de la abadía Solemnes, en Francia), llamado inicialmente canto llano. El canto gregoriano tuvo un significado grandioso para la Iglesia, pues era este el cual inspiraba la comunicación con Dios y disponía el corazón humano para entrar en un contacto divino. Una particularidad fundamental que produjo el canto fue el paso a la contemplación. Esa contemplación manifestada en los grandes místicos. Actualmente no podemos desconocer que la música sagrada haya tenido sus variaciones en cuanto a los ritmos que antes se manejaban, pues ahora estamos adaptados a otra cultura muy distinta que, como toda, tiene sus rasgos muy particulares. Hoy en día se habla de la “New ege”, si una nueva era que busca alabar a Dios al son de la batería, la guitarra eléctrica, las kongas y en sí con la multiplicidad de ritmos, los cuales de una u otra forma nos mantienen en continuo movimiento. No podemos ocultar que la sociedad de hoy carece de una formación litúrgica en el campo de la música sagrada, y esto precisamente porque nos limitamos “deber hacer”, pero nunca tomamos conciencia de lo que hacemos. En este punto el Concilio Vaticano nos exhorta a la formación religiosa del canto de tal manera que nuestro espíritu entre en contacto con Dios.

Un elemento general que ha tenido y tiene el canto, ha sido fundamentalmente el atribuir un carácter solemne a las distintas celebraciones. El concilio Vaticano II, es uno de los documentos esenciales en el que se plasma la insistencia por el uso de la música en las celebraciones litúrgicas, y esto precisamente porque debe existir una unanimidad entre el canto y la acción litúrgica, para así enriquecer con mayor solemnidad los ritos sagrados. “El canto sagrado ha sido ensalzado tanto por la Sagrada Escritura (Cfr. Ef 5, 19; Col 3, 16) como por los santos padres, los romanos pontífices, los cuales, en los últimos tiempos, empezando por San Pío X, han expuesto con mayor precisión la función ministerial de la música sacra en el servicio divino.

Como anteriormente lo había mencionado, las diferencias que se trazan en la formación litúrgica de cada cultura son varias. Acá otro elemento al cual no podemos escapar cuando hablamos de la música en la liturgia es precisamente al uso de los instrumentos. Antiguamente se utilizaba el órgano de tubos, como un instrumento musical cuyo sonido aportaba al esplendor notable de las ceremonias eclesiásticas. Actualmente el Concilio lo recomienda aún cuando muy poco se utilice. La cultura de hoy se caracteriza por la variedad rítmica y en consecuencia el uso de los instrumentos cambia rotundamente, ya se replaza el órgano por la batería y la guitarra eléctrica, en sí, se utilizan los ritmos electrónicos. Ante esta realidad que se manifiesta tanto en el uso de la música litúrgica antigua y la actual, el Concilio Vaticano II nos señala en la Constitución Sacrosanctum Concilium, específicamente en el capítulo cuarto (N° 116): “La Iglesia reconoce el canto gregoriano como el propio de la liturgia romana; en igualdad de circunstancias, por tanto, hay que darle en primer lugar en las acciones litúrgicas. Los demás géneros de música sacra, y en particular la polifonía, de ninguna manera han de excluirse en la celebración de los oficios divinos, con tal que respondan al espíritu de la acción litúrgica” .

De manera general podemos que decir que el canto es una de las mayores expresiones con las cuales el hombre alaba y agradece las maravillas de Dios. Desde el Antiguo testamento la palabra “cantar” aparece 309 veces y en el Nuevo Testamento la encontramos 36 veces (Ratzinger, Joseph. Introducción al espíritu de la liturgia. Cp II.Ed San Pablo. Pg 113). Y es que cuando el hombre llega a establecer una relación íntima con Dios, no basta el lenguaje hablado.


Extraído de:
www.boletinliturgico.org.ar/consultorio.php?cod=59 - 59k

No hay comentarios: